Bajo la premisa de estar rodada en tan solo tres días y con un presupuesto de 15000 euros, uno podría no esperar grandes cosas de esta película. Sin embargo, Otel.lo, la versión moderna del Otello shakesperiano, es una de las grandes revelaciones del Atlántida Film Fest, tanto por crítica como por público.
Y no es para menos. Porque donde uno podría esperar encontrarse una versión moderna del clásico drama, se verá desconcertado desde la primera escena (el primer acto, pues está dividido al estilo del original) donde dos actores primerizos aparecen realizando un ‹casting› que es más parecido a un interrogatorio. Ellos serán Otelo (Youcef Allaoui) y Desdémona (Ann M. Perelló) supuestamente, pareja fuera del cine.
Yago, el director, (Interpretado por Hammudi Al-Rahmoun Font, director de la cinta) quiere grabar una versión moderna de Otello con los jóvenes actores recién llegados. Sin escrúpulos para conseguir realizar su obra, nos sumergiremos en el rodaje de la misma. Es decir, Otello está presente como forma y como fondo, pero es la historia del rodaje la que realmente vamos a ver.
De este modo, la Venecia histórica es sustituida por el set de rodaje, y la obra del genio británico se relega a un segundo plano. Quizá el director quiera mostrarnos que, aunque leer a Shakespeare puede no estar de moda, los temas que trataba el dramaturgo tales como Pasión, amor, engaño o envidias, están presentes, y quizá de una manera incluso más potente que antes, en el mundo moderno.
Muchas veces no reflexionamos sobre cómo se hace el cine, sobre como es el proceso elaborativo del mismo, el proceso de creación y la ejecución de la misma. El ejercicio de metacine que lleva a cabo Al-Rahmoun Font es sorprendente, pues nos conduce a un mundo falto de ética y de moral, a algo más parecido a una guerra que un trabajo, a un mundo donde las fronteras entre real y ficticio están tan difusas que muchas veces llegan a tocarse.
Yago, el director, decidido a hacer su película lo más realista posible, no dudará en llevar el método de Stanislavski hasta sus últimas consecuencias, creando química entre Desdémona y Casio (Kike Fernàndez) y luego aprovechándose de la situación que ha realizado, manejando los hilos como un cruel titiritero.
Este experimento, que va más allá de Shakespeare, del metacine, y de Stanislavski, funciona. Tiene algo. Cala hondo. Deja sensaciones. Se hace, incluso, demasiado corto (Tal vez por la escasa duración del largometraje, solo 69 minutos) Provoca al espectador, rompiendo los tabúes que no se suelen tocar en otras ocasiones, especialmente el referente al sexo.
Lo que resulta más increíble de todo es que sea un grupo de actores noveles, que resultan inspiradísimos en sus papeles, quien sea capaz de conmover de esta forma al espectador. De un modo u otro, su papel (de nuevo difuso entre esos límites de lo real y lo imaginario) de recién llegados permite que nos creamos y no nos creamos la historia. Y de este modo, se consigue llegar a una amplia variedad de públicos; tanto a los que busquen reflexionar sobre el cine dentro del cine, como a los que busquen pasar un rato entretenido con una película que puede pasar por ligera.
En fin, que de Otello no tiene mucho. Nombres, actos, trajes, grandes temas. Pero no es una revisión de la obra original. Sin embargo, es para verla. Y sobre todo, para disfrutarla, pues tiene argumentos para ello. Una película a la que el tiempo le hará justicia.