Oriente es oriente es una comedia británica que data del año 1999 y que tuvo un cierto éxito; no en vano, se llevó la Espiga de Oro de la Seminci además de ganar el BAFTA al mejor film británico. En líneas generales, la película trataba los problemas de identidad de los numerosos hijos del paquistaní George Khan, que contrajo matrimonio con la británica Ella y se trasladó al país europeo. El choque entre la cultura de Pakistán y la de Reino Unido es evidente, y los descendientes de tan variopinta pareja se inclinaban por ser educados en el seno de la segunda opción.
En el 2010 se estrenó en tierras británicas la secuela de dicha película, aunque hasta este año 2014 no llega a los cines españoles. Con el título Occidente es occidente, el inglés de origen paquistaní Ayub Khan-Din vuelve a escribir un guión con el tema de la identidad otra vez a colación. En este caso, es el hijo pequeño de Khan, Sayid, quien tiene un serio problema con sus raíces. Él es británico y prácticamente no sabe nada de Pakistán, pero sus compañeros de colegio se ceban con él porque según ellos es “un paqui”. Esto provoca un sentimiento de negatividad por parte de Sayid hacia la cultura paquistaní en general y su padre en particular, por lo que éste decide mandar a su hijo por unas semanas a la zona del Panyab, con toda su ex familia, a la que Khan abandonó 35 años atrás antes de contraer matrimonio con Ella.
Aunque respecto a la primera película se ha producido un relevo en la dirección (sale Damien O’Donnell, entra Andy de Emmony, que tiene en su haber diversas series y películas televisivas), los dos protagonistas vuelven a aparecer en esta secuela. Hablamos del gran Om Puri interpretando a Khan y de Linda Bassett como Ella. El verdadero actor protagonista de esta segunda entrega, sin embargo, es Aqib Khan. El joven actor desempeña un buen papel, quizá con algún deje excesivamente dramático que le termina por situar en una línea interpretativa inferior respecto a Om Puri.
En general, se puede decir que Occidente es occidente trata bastante bien todo este tema de la delgada barrera que separa la generación de los padres emigrantes respecto a sus hijos, los llamados “inmigrantes de segunda generación” aunque realmente son ciudadanos con todo derecho del país en el que nacieron. Pero si algo difícilmente cambia en una persona es su aspecto físico, y con el papel de Sayid se demuestra perfectamente. La historia está planteada de manera muy correcta, es el choque entre un padre orgulloso de sus orígenes frente a un hijo que en ningún caso puede rezumar tal orgullo porque su país de nacimiento es otro.
Conforme avanza la película, sin embargo, la película va flojeando en ciertos aspectos. Los momentos dramáticos no son todo lo trascendentes que debieran ser y, en ocasiones (una en concreto), recurren al simple lloriqueo con música suave de fondo. De hecho, el calificativo de comedia tampoco debe interpretarse en todo su significado ya que, más que risas, lo que despierta la película son sonrisas. Lo que sí está bien condensado son los minutos que se le van dando a cada subtrama del guión, de tal forma que ninguna historia secundaria da la sensación de que pudiera sobrar.
Por último hay que señalar que, pese a que obviamente Occidente es occidente se disfruta más habiendo visto con anterioridad la primera parte, el no visionado de ésta tampoco se puede considerar como un obstáculo insalvable a la hora de ponerse a ver la obra que dirige De Emmony. Una película con la que se consigue echar el rato ante lo pintoresco de sus personajes, la situación tan realista que se nos cuenta y un ritmo bastante ágil que prácticamente imposibilita el bostezo.
