New World es la esperadísima ópera prima en la dirección de Park Hoon-jung. Y si se esperó tanto es porque Hoon-jung es el responsable del guión de la violentísima y ambigua Encontré al diablo (Kim Jee Woon, 2010). Por muy coreana que sea, resulta complicado ponerse técnico con New World y no mezclarla con el cine de yakuzas, si bien el director cita como fuente a la hongkonesa Juego sucio (Infernal Affairs) (Andrew Lau y Siu Fai Mak, 2002). En realidad, es hasta difícil no mezclarla con El Padrino. El director afirmó haber visto esta última más de 100 veces… y es algo que se nota. New World no sólo está llena de violencia más que explícita; también está plagada de sutilezas, escenas tensas llenas de gestos y, por qué no decirlo, también hay alguna buena comilona…
… y un hombre que está dentro de la organización en contra de su voluntad. Este hombre es Ja-sung, que lleva 10 años infiltrado en una poderosa organización mafiosa coreana, Goldmoon. Con la muerte en extrañas circunstancias del cabecilla de ésta, Ja-sung se enfrenta a un periodo de gran tensión. Su jefe, el inspector Kang, promete que podrá alejarse pronto de este mundo y escapar con su mujer embarazada. Sólo tiene que aguantar unos días…
Como decía al comienzo, es una película llena de tensión. Llena de charlas en voz baja pero palo de golf en mano. Pero no todo es clase, también está llena de chulería y arrogancia, elementos que contribuyen a la hipnosis que genera el film, por absurdo que pueda sonar.
Es una de esas películas que, si uno tiende a perderse, no está mal ver bloc en mano, ya que presenta un gran número de personajes y algunos de ellos al fin y al cabo interpretan a la vez el papel de policía y el de criminal. Lo que pueda sentirse como cierta confusión en un comienzo será recompensado con creces a medida que avance el metraje, que no es poco. El autor maneja su gran volumen de información con gracia y una dirección adecuada para el género, que en determinadas escenas llega a ser grandiosa. Creedme, reconoceréis en cuáles.
Aunque su final quizá se prolongue en demasía, sus méritos sobrepasan a sus carencias (que son más bien excesos) y nos regalan una película en la que sentimos que cualquier personaje puede morir en cualquier momento (y esto no es una falsa promesa), con todo el suspense que esto implica.
Se genera un contraste interesante entre mafiosos y policías. El contraste gracioso es… cierta falta de ídem. Me explico: en ambos bandos hay hombres dispuestos a hacer cualquier cosa por lograr sus objetivos, sean estos más o menos nobles y en ambos casos se encuentran personas con códigos de honor rígidos. En muchas ocasiones las escenas de mafiosos cuentan con una fotografía luminosa para reforzar la sensación de lujo, en cambio los policías se reúnen en lugares oscuros y mal iluminados…
Un gran thriller criminal al que merece la pena perdonar su algo excesivo metraje y cierta dificultad a la hora de seguir la trama. No cae en un sinsentido de situaciones de violencia desmedida y acción gratuita; eso anularía la tensión. Y de eso, aquí hay mucha.