Llega este finde semana a la carteleras españolas Señor dame paciencia y puntualizamos que llega precisamente este fin de semana no solo para abrir nuestra cita semanal con “La Alternativa” en Cine maldito, sino porque el film de Álvaro Díaz Lorenzo parece transportarnos a estrenos de fin de semana pretéritos, muy pretéritos, casi, casi pre-democráticos. Por ello en Cine maldito viajamos en el tiempo, concretamente a 1980, para sumergirnos en un film que, como comentaremos, ya parecía anacrónico en su época pero que, sin embargo ofrece unas pinceladas sobre aspectos socioculturales de la época más que destacables.
Hablamos de Es peligroso casarse a los 60, película que, aunque dirigida por Mariano Ozores, se debe contar como ese género propio que es “películas de Paco Martínez Soria”. Sí, Don Paco (el actor, el hombre, el género) viene a ser por sí mismo el polo de atracción del film, un show unipersonal donde el resto de actores, puesta en escena, y argumento no son más que meros apéndices puestos al servicio del humor, carisma y buen hacer de Martínez Soria. Y no, no estamos poniendo de manifiesto esto como algo negativo, al contrario. Sin duda es muestra de un conocimiento perfecto del producto a empaquetar y servir. El público buscaba precisamente esto en las películas de PMS y eso es justo lo que se les da.
Pero más allá de lo escaso, cinematográficamente hablando, a reseñar del film, si hay por contra muchos aspectos, esencialmente en el guión, que son de gran interés antropológico. Es ciertamente reseñable el tono absolutamente machista, racista, clasista y paternalista del film, pero aún más si cabe es verlo en su contexto. Decir que el film es de 1980 ya nos sitúa en un escenario post-franquista. Un escenario donde se supone que ciertos tics en el subtexto del humor patrio deberían estar superándose pero que, sin embargo siguen estando presentes en la cinta sin ningún rubor ni asomo de irónica autocrítica.
Chistes de negros, llamarles Kunta Kinte, soltar perlas como que «las mujeres no deberían conducir», o que siempre se las debe un buscar un novio con posibles trufan continuamente el metraje en un un bombardeo de gags por minuto solo comparable a lo visto en Deadpool. Sin embargo hay que destacar que estamos ante un film libre y autoconsciente. Aquí ya no se trata de la imagen de PMS como cateto de pueblo, algo bobo e iletrado perdido en la gran urbe, no. Aquí estamos ante el retrato de un hombre de éxito, un ‹selfmade man›, un precedente sin parangón del ‹entrepreneur› del S.XXI que sabe lo que quiere y cómo lo quiere. Por tanto el film huye de la corrección política y abraza sin tapujos el humor reaccionario, dotando y liberando a PMS de las cadenas de su personaje cliché, añadiéndole matices como sus miradas de sátiro que hacen que el registro actoral suba de nivel hasta cotas desconocidas en la cinematografía “soriana”.
Puede que al espectador actual semejante despliegue de cine de boina y eructo de heteropatriarcado mal digerido le resulte difícil de asimilar pero sin embargo estamos ante una película reivindicable en cuanto a su capacidad de volar libre y sobre todo de invitación a mirar sin prejuicios. A liberar la mente y a disfrutar de su ajustado metraje y, porque no, descubrirse uno mismo soltando sonoras carcajadas con las auténticas salvajadas y actitudes cafres que se suceden sin solución de continuidad. Al fin y al cabo estamos ante un film diseñado para hacer reír y a buena fe que lo consigue, aunque sea por motivos completamente ajenos a su intencionalidad primera. Una obra pues “maldita” dentro de la filmografía de PMS que merece rescate de su crepuscular olvido.