In Bloom es una propuesta georgiana que detiene su mirada a inicios de los noventa, en los desechos de la Perestroika, con el país sumido en una guerra civil en varias regiones y donde la crisis económica tras el hundimiento del bloque soviético hace mella en la población. En ese contexto de ensueño, Natia y Eka, dos niñas de 13 años, se mueven en un mundo destruido por los adultos, donde se crece deprisa y no hay refugio posible ante la opresión y asfixia del ambiente enrarecido.
Hay que tener una cosa muy clara a la hora de enfrentarse a la cinta. Los largos planos de seguimiento de personajes, su luz natural, la utilización de espacios reales, la intención, la mirada al pasado para comprender el presente… sí, todo huele a nuevo cine rumano por los cuatro costados. Vaya, si hasta el director de fotografía es Oleg Mutu, que a parte de ser actualmente uno de los más reconocidos a nivel mundial, tiene el detalle que ha estado en varios proyectos rumanos que han dado mucho que hablar (La muerte del señor Lazarescu o 4 meses, 3 semanas y 2 días, las pioneras, toma ya), a parte se ha movido en las propuestas venidas del este más estimulantes. Es muy interesante esto, porque desde hace unos años empieza a notarse un contagio de fórmulas, ideas y miradas en los Balcanes, dejando claro que el cine que se destila ahora mismo en «el país de los romanos» está más que vigente y en buena forma, como pudimos comprobar recientemente con la genial Everybody in our family.
Dicho lo cual, la obra de los cineastas Nana Ekvtimishvili, también guionista, y Simon Groß tiene suficiente potencial para no tener que catalogarla como una copia o que usa una fórmula sin arriesgarse. La cámara captura a esas niñas en el momento que empiezan a abandonar la infancia para abrazar la adolescencia en un mundo que las mira ya con apetito sexual y como objetos de decoración de estar por casa. Se crece deprisa, demasiado deprisa, sobre todo si tenemos en cuenta la situación personal de cada uno de los chavales que aparecen en pantalla, que se han visto de golpe desprotegidos por decisiones ajenas a ellos, donde los adultos lo único que han hecho es defraudarlos y abandonarlos a su suerte. Padres ausentes, el estigma de pertenecer a una etnia diferente, violencia machista en casa, racionamiento de comida… no hay lugar donde esconderse, ni la escuela, capturada como un lugar sin ley, llena de agresividad por unos chavales sin futuro.
Mientras la sexualidad empieza a aflorar en el ambiente, la cámara imprime un ritmo portentoso, donde los encuadres suele ofrecer varios grados de información, rico en matices y en detalles en segundo término, mientras persigue a nuestras dos chicas en su rutina diaria, marcada por el aroma del sexismo y la violencia. A los cineastas no les hace falta grandes escenas de violencia sorpresiva, ni litros de sangre, ni siquiera un puñetero disparo. Ya se masca suficiente opresión y la cámara unida a los pequeños detalles imprime tensión constante.
Cada cual hará lo que crea mejor para salir adelante, aunque eso implique, y volvemos a remarcarlo, crecer demasiado deprisa.
Personalmente no se me hace ni aburrida ni tediosa, aunque las opiniones a la salida del pase del Festival ha sido para todos los gustos, aunque entre la crítica ha entusiasmado sobremanera. Es un ejercicio brutal, donde los gestos y las miradas dicen más que los diálogos, donde los pequeños detalles están ahí para saborearlo y donde no se da todo mascado al espectador, este tiene que ir uniendo ideas y momentos para lograr comprender no ya la historia, sino las motivaciones de los personajes. Es por todo ello que el guión me parece maravilloso, un prodigio de aunar ideas y crear escenas brillantes, de las que la cinta tiene bastante para el recuerdo.
In Bloom es una historia que bien podría ser autobiográfica (por edad de la directora y guionista), una mirada al pasado llena de nostalgia por una adolescencia que no pudo ser, donde los niños tuvieron que crecer deprisa para adaptarse a una incipiente vida adulta llena de sin sabores y marcada por la violencia en cualquiera de sus formas, con una mirada femenina e intimista.
Maravillosa.