Si uno decide entrar en wikipedia (con sus pros y sus contras, ojo, es una fuente de información útil pero desde luego con limitaciones bastante grandes) y ahondar en la figura de Winston Churchill, podrá encontrar una detallada información sobre su vida y obra, aunque siempre quedarán flecos polémicos y actuaciones repasadas de manera más ligera. En cambio, si ponemos en la misma página el nombre de Clement Attlee, sólo accederemos a una breve reseña con ninguna pincelada sobre su convulso mandato.
Churchill ganó la guerra, pero perdió la paz. En las elecciones del 45, por fin, un laborista accedió al 10 de Downing Street tras acabar una Segunda Guerra Mundial que había permitido posponer o tapar las terribles secuelas de la crisis económica de la década anterior. El Reino Unido se encontraba con una Londres todavía devastada por los bombardeos y millones de personas viviendo en la pobreza causada por un país aún clasista y sin atisbo de progreso. La llegada de cierta idea de socialismo democrático cambió el país de arriba a abajo.
El espíritu del 45, de Ken Loach, se hace eco de ese periodo donde el país avanzó a pasos agigantados en materias como sanidad, transporte o industria, abriendo las puertas del bienestar social a toda la población. La forma del documental no puede ser más monótona, con imágenes de archivos entremezcladas con entrevistas a ancianos entusiastas del cambio producido y que vivieron de alguna manera o estaban relacionados directamente con dichos cambios. Seamos claros, el documental es interesante, pero salvo su parte final, parece más un documental propagandístico (en el mejor y peor sentido de la palabra) sobre un nostálgico izquierdista alarmado por la situación actual de su país, extrapolado a ese continente llamado Europa, que apoyado en la socialdemocracia y en los demócratas cristianos/conservadores de los últimos 5o años alcanzó cotas inimaginables de cierto progreso social que hoy en día se encuentra en franca retirada gracias a esos mismos partidos, actualmente ya obsoletos y sin nada que ofrecer según quien escribe estás líneas.
Ken Loach tiene dos detalles que hace que el documental no acabe siendo una basura infumable bastante aburrida, por mucho que uno pueda estar de acuerdo con lo que expone, y es una pequeña crítica que se hace desde la izquierda a ese mencionado espíritu del título. El avance social no terminó nunca de despegar como hubiera sido necesario, con algunos casos sonados donde quitamos a un aristócrata para poner al estado sin una mejora más sustancial para los trabajadores, por mucho que en todos los frente la calidad de vida mejoró sin paliativos. Lo malo es que nunca descubrimos los errores y ataques que se postulaban desde los conservadores y así ocurre que no se explica como fue posible que 4 años después los laboristas fueran borrados de las elecciones, otorgándole a Churchill otra vez el liderazgo del país a pesar de lo supuestamente maravillosos que eran sus antecesores.
Tras un comienzo prometedor donde se nos sitúa en un Reino Unido, en el cual aún convive el clasismo del siglo anterior, y tras entrar en materia con los cambios otorgados por los laboristas, llegamos a terreno muerto donde nuestro interés decae poco a poco. Por suerte Ken Loach, que aquí acomete su documental con el mismo entusiasmo combativo no extenso de cierta propaganda barata según donde se sitúe en el espectro político cada espectador, deja las mejores reflexiones para el final después de un tramo medio al que se le acaba pidiendo la hora.
Es cuando se reflexiona sobre el retroceso en avances sociales y las privatizaciones de la época de Margarett Thatcher, la Dama de hierro, cuando la cosa mejora. Sobre todo porque las dardos también van a un partido laborista que se olvidó de ser laborista y de aquel espíritu del 45 del que fue protagonista. Insisto, la socialdemocracia y la democristiana europea han acabado por difuminarse y pertenecer a un mismo barco, después de ayudar a desmantelar el sistema que ellos mismos habían ido construyendo tras la Segunda Guerra Mundial. Es aquí la parte más interesante del documental, cuando, también hay que decirlo, descaradamente y sin aviso previo, Ken Loach enlaza a los indignados europeos con ese viejo y olvidado espíritu del 45, cuando durante un breve espacio de tiempo parecía que el mundo podía ser un lugar mejor para todos.
Y casi fue así.
Ken Loach nos grita desesperado que nos despertemos de una vez. Lo consigue en parte, aún a pesar de un documental tan propagandístico e insustancial (por mucho que diga auténticas verdades) en ciertos momentos que sólo los ya convencidos podrán decirle que sí.
La idea es clara. Churchill ganó la guerra, pero un tal Attlee ganó la paz. Miremos atrás un instante para seguir hacía delante.
Me gusta el contenido de esta entrada, si bien en cuanto a la forma en la que está escrito es posiblemente el artículo que menos me guste. Da la impresión que lo has escrito deprisa, pues hay ideas que se repiten a lo largo del texto.
Bueno ya sabes, como los Beatles en Berlin :)