Elegir un muñeco predilecto en la infancia, los Pin&Pon por ejemplo, referenciandos como aquellos de los 80’s o 90’s sin articulaciones, todos con una misma forma, ojos tan inertes como redondeados, sin expresión facial, sólo diferenciados por estridentes cromatismos capilares, largo para ellas, a cepillo para ellos. El cuerpo era una mera excusa para escenificar las habilidades creativas del niño, con piezas de plástico que no reclaman una especial atención.
Cuerpo (Cialo) por contra utiliza los cuerpos como elemento diferenciador, entre ellos distingue sus formas, pero desea que en los bajos fondos de sus pensamientos encontremos las similitudes que consigan unirlos. Una historia donde lo corpóreo subleva a lo emotivo, con sus momentos de hilaridad espontánea y un gran derroche de incomodidad ante el pensamiento frío.
Cuerpo uno: mórbido
El hombre grande, de nariz bulbosa y sonrisa en búsqueda, escondido tras unas gafas que le oprimen la expresión. Cansado y borracho, sin un ápice de asertividad. Este cuerpo emite frío, no reacciona ante la pena y aporta a la película el lado obsceno de la sociedad. A su alrededor se repiten crímenes contra otros cuerpos y se le utiliza como muro de contención para darle raciocinio a cualquier acto esperpéntico. Se muestra escéptico ante ciertas reacciones humanas, básicas en sentido de empatía, y observa a partir de reflejos la imagen que una vez le mantenía activo y perdió.
Cuerpo dos: físico-psíquico
La joven raquítica, de mirada perdida que se escuda en la intención de disminuir su presencia hasta esfumarse por completo. Triste y frenética, el odio le hace respirar. Este cuerpo emite rabia y aporta el lado caótico de la salud mental. Las terapias que se efectúan sobre las jóvenes con desórdenes alimenticios se rastrean con un ojo de pez para engrosar el protagonismo de quien habla y delimitar la presencia, triste, gris y desorientada del resto de personas que completan la habitación. Sólo interacciona con su problema, no hay un universo externo donde posicionar su vida, donde relatar su historia. Trata de conformar al individuo que pide ayuda a gritos en un mundo donde es imposible destacar, tiene fuerza pese a su aspecto débil y razona aunque no le ofrezcan voz.
Cuerpo tres: espiritual
La terapeuta de pelo corto y con las gafas unidas por un delicado cordón, su rostro siempre es sereno y sus escuchas se acompañan de un «ajam», como un leve asentimiento ante cualquier indiscreción que llegue a sus oídos, comprende hasta lo que no se transmite, observa y absorbe cualquier acción que se resuelva a su alrededor, con terapias participativas, con folios garabateaos. Este cuerpo emite cercanía vaporosa con cierto recelo, una pasiva conexión con lo místico e inmaterial. Demasiada sintonía con el entorno la lleva a un estado etéreo, lo oculto le da un motivo para seguir. Es la balsa de aceite que intenta unir el resto de cuerpos con lo que hay tras la muerte, que forma parte de su existencia.
Tres cuerpos que siguen una línea conductora en un entorno defectuoso que hace destacar sus carencias. Tres cuerpos que se unen para arrojar luz a sus vidas. Malgorzata Szumowska convierte la mezcla de géneros en un juego de niños donde encajar piezas sin un orden determinado y empuja a sus protagonistas para conseguir que se asomen al más allá de sus carcasas hasta conseguir reírse de los cimientos que ella misma había construido, convirtiendo a Cuerpo (Cialo) en una fresca y maligna rara avis que desdice aquello de entregarse en cuerpo y alma.