No deja de ser paradójico que un producto como América, aparentemente desprovisto de mensaje político, pueda funcionar, ni que sea lateralmente, como metáfora involuntaria de la situación del país que pone título a la cinta. Y es que, haciendo una traspolación entre el personaje protagonista y el país de referencia, observamos que la identificación podría ser absoluta. Un organismo de vitalidad menguante, de espíritu joven pero situación decrépita luchando por su supervivencia, clamando por ayuda ante el abandono que tiene que vérselas con unas “cuidadores” que, a veces, hacen más mal que bien.
Dejando de lado esta paradoja, América resulta ser el típico film cargado de buenas intenciones que, precisamente por exceso en su cuidado y minuciosidad en mensaje y puesta en escena, acaba por producir resultados contradictorios respecto a sus intenciones iniciales. Enfocado desde la naturalidad cotidiana, Erick Stoll y Chase Whiteside efectuan un seguimiento continuo de las vicisitudes de 3 hermanos en tarea de cuidar a su abuela, América, aquejada de graves de problemas de salud debido a su avanzada edad.
En este recorrido se ponen de manifiesto tanto las dificultades personales de cada uno de los hermanos, el duro trabajo que es cuidar a alguien tan mayor y los problemas con la justicia mexicana a la hora también de tratar de liberar a su padre, acusado de maltratar a América. Un recorrido pues que a priori se presenta cargado de drama pero que deja espacio para momentos de ternura e incluso de buen humor, especialmente a cargo de esa abuela ‹superstar› que resulta ser América.
No obstante, esta naturalidad, este intento de captar (y robar) un pedazo de vida, de cotidianidad, está aquejado de un cierto efectismo, de ser demasiado autoconsciente en su idea y propósito. La sensación que emana durante muchos pasajes del film es que estamos no tanto ante la mirada lejana, casi voyereurística, de unos directores interesados en mostrar las cosas como son, sino más bien ante escenificaciones creadas artificialmente para dar el sentido que realmente quieren que tenga la película.
Así pues, en demasiados momentos el factor emoción desaparece al constatar que la “realidad” no es tal sino más bien un ajuste ficcional dirigido a la manipulación sentimental del espectador. Hay, desde luego, partes de verdad en todo ello. Esencialmente el retrato psicológico de los personajes resulta bastante acertado aunque, una vez más, predomina el instinto maniqueo de cargar las tintas siempre hacia lo negativo, a dirigir nuestras simpatías hacia una persona u otra, sin dejar que decidamos por nosotros mismos.
En definitiva, América no deja de ser un intento esencialmente fallido de cine realidad. Una historia que podría haber sido un documento valioso sobre asuntos esenciales como el trato a la vejez o la corrupción política y judicial pero que acaba convertido en un artefacto sentimentaloide (casi cercano a la telenovela) al que se le ve demasiado el plumero en cuanto a realización y dirección de objetivos. Lo mejor pues sería abordarlo por la vía de la sobreintepretación que apuntábamos al inicio. Ni que sea para escapar de tanta obviedad y buscar una forma de exploración que como mínimo nos acerque al mundo de la política por la vía de la ironía exacerbada.
Hola,
Me llama la atención el aspecto ficcional o «escenificado» que mencionas. ¿Cómo llegaste a identificarlo? Considero que, a menos de que los directores lo hayan aclarado, es difícil aseverar que estas escenas no son un registro verídico de la historia de América y sus nietos… O en caso de que no hayas recurrido a un soporte así, ¿desde que metodología o análisis partes para ello?.
La misma duda de la chica Fernanda
Concuerdo con Fernanda. En mi opinión, el film es muy auténtico y realista. Difiero en que se haya intentado dirigir la simpatía del espectador hacia ciertos personajes; de hecho, todos sin excepción son expuestos en momentos más o menos favorables, y el protagonismo siempre es dinámico, aunque el inicio y el final tengan perspectivas concretas. Me parece que esto responde a la imposibilidad del director ser omnipresente; él gira entorno a América, que es el motivo del film.
Por otro lado, creo que la menor intención de la película -si es que la hay- es crear conciencia moral sobre el cuidado de los adultos mayores y sus dificultades e inconsistencias políticas, y menor aún, la de evidenciar la corrupción de las instituciones implicadas. Si vives en México y tienes el mínimo sentido de preocupación social, estos aspectos son contextuales, no propositivos.
Finalmente y entrando al tema de la realización, tuve la oportunidad de ver el film en presencia de los directores y de dos de los cuidadores de América, escuchar sus aclaraciones y conversar frente a frente con ellos. Erick Stoll mencionó que el material de grabación que resultó de esta experiencia es muchísimo mayor al que se presenta en la película (muchas horas más, no recuerdo cuantas), lo cual significa -y él mismo lo dijo- que efectivamente, hubo una selección rigurosa de las escenas que conforman el trabajo final. Esto no quiere decir en lo absoluto se haya manipulado la voluntad de los participantes, al contrario, en mi impresión salen a relucir los momentos límite y de mayor tensión de este acontecer. El acercamiento íntimo a una cultura distinta o a una dinámica familiar, ideológica o emocional ajena puede resultarle apabullante al espectador, al grado de generar escepticismo e incredulidad. Esta película no busca satisfacer al espectador ni a la crítica, sólo busca acercarnos a una experiencia humana, y ¿por qué no? sentimental, ámbito en que transcurre la vida. Saludos, Alex.